¿Por qué gastamos combustible?
El ingeniero Alberto Garibaldi nos ofrece una mirada particular sobre las razones por las cuales consumimos combustible. Una clase magistral y esclarecedora en una época en la que llenar el tanque cuesta cada día más. ¿Nunca le ocurrió que andando en su auto por esos caminos de Dios, al pasar frente a una estación de servicio, usted decidió de esperar hasta la próxima estación para cargar combustible? ¿Y que dicha estación no aparece nunca, mientras la aguja indicadora del nivel del tanque insiste en avisarle que la reserva está tocando a su fin? Si la cosa le ocurre en una zona poblada y a pleno día, la más grave consecuencia pueden ser esos señores que lo observan mientras usted lleva el bidoncito o la bolsita con nafta, y que parecen decir con la mirada: “ Allí va un …. que se quedó sin nafta”. Y si le ocurre de madrugada en una de esas zonas “pesadas”, lo mejor que puede hacer es trabar las puertas y esperar el amanecer, porque quizás serán los médicos del hospital los que lo mirarán compasivos, boca abajo en la camilla, comentando entre ellos: “Pobre tipo, mirá lo que le hicieron cuando iba a buscar nafta”. Como usuarios de vehículos, ¿hasta donde podemos controlar el consumo? ¿Puede la modalidad de manejo afectarlo considerablemente? Y si puede afectarlo, ¿cómo debemos conducir? ¿Cuánto podemos ahorrarnos? Ante una emergencia, ¿cómo debemos conducir? Comencemos por analizar cuáles son los factores que generan el consumo de combustible. El factor de mayor importancia y peso en el consumo de combustible es la ineficiencia térmica del tipo de motores que usamos, debida fundamentalmente a sus principios de funcionamiento. Allí debemos buscar el principal factor, y no en otra parte. Lamentablemente, un motor de pistones y encendido por chispa, de relación de compresión 9,5:1, todo perfecto y sin ningún rozamiento interno, usando aire ideal, de ese que no se consigue en ninguna parte y solo existe en los libros, no podría superar un 59,5% de rendimiento. Dicho en otros términos, por bien que haga las cosas, y aún recurriendo a los más hábiles contadores del mundo, no me salva nadie de tener que pagar un impuesto del 40,5% a la ineficiencia teórica. Allí nomás y de entrada estoy perdiendo casi medio litro por cada litro que use, y no existe forma práctica ni teórica de poder evitar este hecho. Seguramente usted se preguntará si todos los ingenieros somos tontos pasivos que aceptamos alegremente este hecho. La respuesta es que no, yo por lo menos no lo acepto. Pero mientras no entendamos que existen muchas otras fuentes de energía y formas de motorización mas eficientes, que no siempre dependen de andar quemando cosas,...
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